martes, 25 de octubre de 2011

Los años que vamos a vivir peligrosamente

Javier Benegas [en Vozpopuli.com]

Lo ha dicho el propio director de este diario: “Vamos a vivir cuatro años terroríficos pero apasionantes”. Y coincido con la afirmación. Lo que no sé, y quizá nadie sepa, es si serán cuatro años, seis o una década. Sean los que fuere, se vislumbran terroríficos en cuanto a las enormes dificultades económicas a las que nos vamos a enfrentar. Pero también hay otras amenazas que, sin ser de índole económica, son igualmente inquietantes.

lunes, 17 de octubre de 2011

España y el inevitable fin de la infancia

Javier Benegas [en Vozpopuli.com]

Si existe un común denominador entre los actuales gobernantes europeos - lo mismo da que miremos a Alemania o a España - es su incapacidad para tomar decisiones que pongan en riesgo su popularidad y, por tanto, su continuidad en el poder. De hecho, en un momento tan crítico como el presente, causa estupor ver como la propia Angela Merkel, acuciada por la presión de los electores alemanes, un día da un paso hacia delante y al siguiente da dos hacia atrás. Esto se debe a que, tanto los políticos como los ciudadanos europeos, vivimos en sociedades incapaces de mirar de frente a los problemas que sólo alcanzan a exigir soluciones. Pero cuando pintan bastos, las soluciones indoloras y “llave en mano” no son posibles y, al parecer, nadie tiene el coraje de reconocer la verdad y decir aquello de si buscas una mano dispuesta a ayudarte, la encontrarás al final de tu brazo.

lunes, 10 de octubre de 2011

Steve Jobs: el fundador de Apple no ha triunfado

Javier Benegas [en Vozpopuli.com]

1985 fue un año especialmente difícil para Steve Jobs. En aquel entonces, al contrario de lo que sucede hoy, los productos de Apple no eran masivamente demandados por el gran público y había graves problemas con el desarrollo de los nuevos dispositivos. Harto de tantas dificultades, John Sculley, por entonces CEO de la compañía y con una visón del negocio que se demostró antagónica a la de Jobs, decidió que el problema era el propio fundador de Apple. Así que, primero, se las ingenió para desplazarle físicamente a un edificio apartado en el campus de Apple, al que el propio Jobs se refería como “Siberia”, y, un tiempo después, con el apoyo de la junta directiva, le relevó de todas sus funciones. Una vez desprovisto de cualquier facultad ejecutiva, Steve Jobs tuvo que marcharse de la empresa que él mismo había creado.